Una llave al precioso mundo de los libros

Diciembre. Se termina el año

Un mes de reuniones, planificación de vacaciones, brindis aquí y allá. Pero también es un mes de balances, de cerrar etapas y abrir nuevas. De pensar y repensarse; de analizar los meses acontecidos y tomar decisiones, a veces dolorosas, a veces sanadoras, pero siempre, en pos de un bien. Hacemos una especie de arqueo de la caja de nuestras vidas: el trabajo, la familia, los afectos, el hogar, lo que nos propusimos hacer y logramos, los pendientes. A veces el saldo será positivo, quizás saldremos empatados o con una deuda que trasladaremos al próximo año. Pero siempre la lista se hace. ¿Costumbre? ¿Mandato? ¿Necesidad mental o espiritual? Cada quien tendrá su motivo, pero el propósito siempre está.

Este diciembre llega ajetreado, complejo, lleno de incertidumbres y miedos no infundados. El futuro cercano se nos presenta nebuloso, con dudas y tal vez sea más difícil acertar una decisión entre tanta magma de preguntas sin respuesta. Pero nos tenemos a nosotros, a nuestra familia, a los amigos. Procuremos tenerlos cerca, como dice el querido Liniers en su tira Macanudo: “Si el mundo se puso frío, abrazá algo cálido” (gran paradoja del frío interior que sentimos en vísperas del verano).

Abracemos y abracémonos, demos calor y recibamos calor del bueno, la mano amiga, la caricia amorosa, la mirada comprensiva. Si hay que luchar, lucharemos por lo ganado. Si hay que gritar, gritaremos por nuestros derechos. Y jamás nos dejemos vencer por el agobio, que nada bueno trae al cuerpo y al alma.

Llega diciembre a nuestras vidas. Concentremos la energía en lo amable que nos queda, para que todo lo demás se lo lleve el viento.


Mi carrito